Vine al mundo un frío día del mes de febrero, el 9, para ser más exactos. Alicante, La Millor Terreta del Món, fue la cuna que me vio nacer, y el año… uno de cambios importantes en España, 1978.
Crecí en el seno de una familia trabajadora, en la que tuve de quién aprender. Mi madre era devoradora de libros y, desde bien pequeños, mi hermano mayor y yo hemos disfrutado de la lectura y hemos aprendido que hay infinitas vivencias que descubrir bajo las tapas de cartón.
Quizá por eso llegó un momento en el que deseé contar mis propias historias y no era extraño encontrarme, con un cuaderno y un bolígrafo, redactando lo que sucedía a mi alrededor. Lo que comenzó como un simple pasatiempo, se convirtió en pequeños relatos, en los que las protagonistas éramos mis amigas y yo. Y, poco a poco, con mucho empeño e imaginación, mis objetivos se fueron expandiendo y los intereses por la literatura, también.
Mi primera incursión en el erotismo fue de la mano de Joanot Martorell y su Tirant Lo Blanc. Sí, aquella lectura obligatoria, en clase de lengua valenciana, se convirtió en la puerta a un mundo completamente desconocido: la novela romántica histórica.
¡Cuántas noches sin dormir y cuantas horas robadas al día! Johanna Lindsay, Virginia Henley, Jo Beverley, Mary Jo Putney, Jo Goodman y muchas otras más, me transportaron a mil y una vidas, en mil y un lugares, y me robaron tantos latidos como lágrimas y sonrisas.
Sin embargo, siempre he sido una mente inquieta en un cuerpo tranquilo, y en una visita a la biblioteca general de Alicante, encontré un ejemplar de Trópico de Cáncer, de Henry Miller. ¡Oh, Dios mío! Ni que decir tiene que me autoproclamé su hija adoptiva.
Ha llovido bastante desde aquello y vinieron muchos libros después. Empecé a tantear la romántica actual y me descubrí soñando con ser yo quien firmara todas esas novelas que devoraba a cualquier hora. Así que me dije: ¿por qué no?
Pero no solo del papel y la tinta vive el hombre, dijo alguien.
Debajo del seudónimo de escritora, se esconde una mujer que disfruta de muchas otras cosas. Adoro las manualidades, me gusta hacer punto y ganchillo, me vuelvo loca con las redes sociales y con el diseño gráfico (nivel menos uno). Soy de las que no dice que no a una buena salida de amigos, cuando la agenda lo permite, aunque he de reconocer que también disfruto en casa, en mi sofá, con la chimenea puesta y uno de esos libros que se me acumulan. Y si en lugar de frío hace calor… ¡mejor! Bienvenida sea la piscina, la playa y los veranos en Formentera.
Tengo un trabajo en la administración pública que me apasiona, con unos compañeros que aguantan mis locuras y desvaríos. Pero si hay algo por lo que renunciaría a cualquier cosa, es por mi familia. Padres, hermano, cuñada, tíos, primos, sobrinos… ¡me encantan las comidas cuando estamos todos! Son únicos.
No obstante, por encima de todo y de todos, hay dos personas que se llevan mi corazón. Mis J’s son lo que más quiero en este mundo. El tiempo que saco para escribir se lo robo a ellos, a mi marido y a mi hijo, sin los que no podría haber visto cumplido este sueño.
Esta soy yo, Patri, Patricia, Mari Patri, la Miller…
Gracias a todos por estar ahí.